jueves, 14 de octubre de 2010

Y ningún otro cielo


El poeta, el librero, el editor, "el hombre del millón de libros" Abelardo Linares ha publicado, después de 15 años, Y ningún otro cielo, su nuevo libro de poesía.


Amorosa, claro, porque tras tanto batallar en las trincheras de la vida constata que sólo el amor puede ser "el nuevo principio que dé razón del mundo".

El sevillano que fundó en el 74 la librería Renacimiento, la editorial Renacimiento o la colección de poesía "Calle del Aire" junto al poeta Fernando Ortiz ha elegido Tusquets para publicar.

Mira la portada del libro.



Sorprende la variedad formal del libro, pues nuestro poeta lo mismo se vale de un soneto abarrocado de antítesis, de unas soleares machadianas o de unos versos que recuerdan a las greguerías más líricas de Ramón Gómez de la Serna.

¿No te lo crees? Pues lee:

CONTRASENTIDO

Pues así hiere, Amor es mi enemigo
y mi cuerpo su campo de batalla.
Duro su pabellón negro restalla
contra el más duro aire. Trae consigo

su negra tropa mía y yo persigo
aquello a lo que huyo. Tanto calla
mi corazón, que siento cómo estalla.
Tan sólo así sin él, solo conmigo.

Tan solo así con él y tan desnudo
de todo lo que fui, que ya ni siento
lo que pensó sentir mi sentimiento

cuando puse mi pecho por escudo.
Pero lo quise así y lo quiero tanto
que no querrá quebrarle mi quebranto.


O más adelante, al modo de Juan de Mairena:

II

Pues fue sin querer queriendo
que te dije sin decirlo
lo que ni yo mismo entiendo.

VI

Tú no quieres que te quiera
ni que deje de quererte,
sino que yo te comprenda.

IX

Fui aprendiendo a quererte
tan sin darme apenas cuenta
que no acerté a defenderme.

O resucitando el fantasma de Ramón:

Sin ti mi deseo será siempre un pájaro de una sola ala.

Atado a la columna del deseo, me azotaron y me coronaron de espinas.

La doble luna blanquísima de tus pechos desnudos iluminando mi deseo.

Se ha dicho que en este libro Abelardo Linares rinde homenaje a Manuel Machado, a Salinas, a Cernuda, pero a mí me ha emocionado especialmente la capacidad creativa de su poesía, el uso magistral e intensificador de sus comparaciones. Desde Luis Rosales no he visto nada igual. Solo los grandes poetas comparan de esta manera.

Escribe Luis Rosales: "Has cerrado la puerta con ese mismo gesto con que se tira un día". O: "Mi vida es una carta sin dirección y sin embargo escrita para siempre". O: "Terminaba sus parrafadas con un silencio adentrado y respiratorio como el ruido que hace el vacío al terminarse el agua en la bañera". O: "las palabras suenan a veces como labios y a veces como harapos".

¿Genial, verdad? ¿Irrepetible, no? Pues mira lo que hace Abelardo Linares:

"He sido una gota de lacre enfriándose sobre una carta". Y: "Extraño como la sonrisa de un bisturí". Y: "Deslumbrante como el rumor del paso de un unicornio". Y: "Fiel como la súbita seda negra del miedo". Y (esta es mi favorita): "Esperarte fue hermoso, como la aurora boreal reflejada en la fría pupila de los pingüinos". Y: "Razonable como el susurro de un carburador de seis cilindros,/ como un mantel inmaculado a las doce en punto del mediodía,/ como una pamela de ochenta centímetros una mañana de carreras". Y: "Pero tus ojos, que conocieron la rasa luna en creciente,/ tan dócil que hasta los tucanes afilaban en ella su pico".

Ya acabo. La otra mañana llevé a clase varios de los poemas de este libro. Y la verdad es que gustaron. Tanto, que varios alumnos me pidieron el libro. ¿Se puede decir más? Te dejo con dos poemas: uno de mis preferidos y el que da título al libro.

NO QUIERO

No quiero más abrazo que el de tu sombra
de metal humedecido ni otra sonrisa
que la de las diez y diez en la blanda esfera de mi reloj.
Mi cansancio es un cansancio de pájaro
con una sola ala cayendo hacia el centro de la tierra.

Esperarte fue hermoso, como la aurora boreal
reflejada en la fría pupila de los pingüinos.
Por ti valió la vida, por ti la vida fue
la más pura inminencia
de aquello que se aguarda y nunca llega, más allá de la vida.

Pero algunos sueños no son sino el sueño de un puñado de arena
y mi mirada contempla ahora,
como a través de un cansino calidoscopio,
la infinita espalda del mundo.


ORACIÓN

No la eternidad, sino las horas
arañadas al tiempo contigo.
Y ningún otro cielo
que el que quiera llegarme de tu boca,

húmeda de muchos besos.
Porque ya en nada creo, con mi alma y mi cuerpo,
sino en la certeza ardiente de tu piel contra la mía
y en la alegría, siempre fresca y erguida siempre, de tu mirada
y en el puñado de luz que es tu sonrisa.
Tu sonrisa que limpia toda sombra y toda tristeza,
tu sonrisa que quita los pecados del mundo.


sábado, 9 de octubre de 2010

Queremos tanto a Saramago

Para el Kapitán Tapitas, Antonio y Violeta, los grandes ausentes.

En un cuento de Cortázar, "Queremos tanto a Glenda", una serie de joveznos idólatras forman un club para adorar a la estrella de cine Glenda Garson. Nosotros, como la Diana o el Irazusta cortazarianos, también hemos creído que la perfección de José Saramago nos perfeccionaba y perfeccionaba el mundo.

La asociación cultural y juvenil de Estepa José Saramago se creó en el 2003, en una de esas tardes entre pos-veraniega y pre-otoñal, cuando en el pueblo se mezclan el denso aire caliente del asfalto y los primeros olores a canela. Se trataba de hacer cultura, así, en minúscula, sin solemnidades de manual, y entonces nos pusimos a organizar certámenes literarios, ciclos de cine, conferencias, conciertos de música, tertulias literarias, publicaciones de libros y cualquier otra cosa que nos hiciera más soportable la insoportable vacuidad de la vida. Se trataba también de querer a Saramago. La verdad es que nos ha ido bastante bien. Y queriendo a Saramago, hemos bebido, viajado, follado, reído, abrazado, engañado, saltado, crecido, discutido, ganado y perdido.

El pasado sábado estuvimos juntos otra vez, leyendo algunos de sus textos y escuchando algunas de sus palabras. También vimos algunas de sus imágenes. Ese fue y será nuestro último acto. Había mucha gente y estábamos inusualmente nerviosos. Todos nos mirábamos de reojo, sonriendo, pero yo notaba que por debajo de las flores de nuestra alegría iba creciendo un musgo de tristeza. ¡Qué raros son los finales!
A partir de ahora cada uno seguirá queriendo individualmente a Saramago, enaltecido ya, e intocado, para siempre.

Aquí te dejo la última imagen de la asociación.