domingo, 17 de abril de 2011

Autobiografía de Francisco Umbral (I)

 Yo siempre he tenido mucho frío, joven, póngalo bien claro por ahí.
 Ahora mismo, ya ve, llevo dos albornoces puestos encima de la ropa, la chaqueta puesta del revés para protegerme mejor el pecho y unos leotardos negros de lana debajo de los pantalones que se agarran bien a la carne, como una mujer después de la jodienda.
Son conocidos mis fulares, mis bufandas, mis guantes, mis chalecos de cuello alto. La gente cree que se trata de una extravagancia o una pose, pero ya le digo yo que no es así.
La gente se ha reído de mí porque siempre tengo frío, pero a la gente le pueden ir dando mucho por rasca.
Los periódicos no solo me han servido para ganarme la vida, sino que me han servido también para protegerme del frío. El papel de periódico es el mejor aislante contra el frío. Fíjese en los ciclistas cuando coronan un puerto. Lo primero que hacen antes de comenzar la bajada es abrigarse el pecho con papel de periódico. Yo siempre voy envuelto en papel de periódico.
Muchas veces llevo un editorial en el pecho, si lo quiere escribir así, o una noticia en el abdomen,  o un crucigrama  en los sobacos, o una viñeta en el muslo, o toda la sección de necrológicas en la espalda. Fíjese, qué curioso, voy cargando con un montón de  cadáveres, como un Atlante de la muerte.
El papel higiénico también sirve. Pocas sensaciones me proporcionan un calor tan grato como el papel higiénico. No solo tengo menos frío sino que me siento más seguro.
José García Nieto, que ha sido un maestro para mí, casi un padre, me decía cuando coincidíamos en los aseos del Gijón, adonde yo entraba a cambiarme el papel:
-Umbral, pareces una momia.
Pero a Pepe Nieto también pueden darle mucho por rasca.
Mire, le voy a hablar claro. Yo he tenido frío desde el primer segundo de mi vida.
Mi madre me parió condenadamente sola en el hospital benéfico de la Maternidad, en una sala desangelada y atendida por un médico desaliñado. La Maternidad, usted no lo recordará, estaba por Mesón de Paredes, barrio de Lavapiés, y era un edificio de ladrillos rojos y altas ventanas.
  Nada más parirme, a mi madre le entraron unos ahogos, unas asfixias o sofocos,  vaya usted a  saber, y los médicos pensando que se moría se la llevaron enseguida a otra sala.
Así que nada más nacer yo ya estaba solo.Yo he estado solo toda mi vida. Desde el mismo instante en que me parieron, ya ve.
¿Comprende usted ahora por qué siempre este frío? No hace falta ser un Freud para entender.
Luego mi abuela y mi madre me dejaron en manos o en los pechos, mejor dicho, de una nodriza, Pilar, creo que se llamaba, en Laguna de Duero, a siete kilómetros de Valladolid, donde me crié junto a otros tres o cuatro niños desconocidos, que fueron mis hermanos de leche.
Yo fui el fruto inmaduro de una relación adúltera. Mi padre se desentendió de mí y mi madre tuvo que ocultarme los primeros años. Yo era una enorme mancha negra en la sábana puritana que cubría Valladolid en aquella época. Siempre me identifiqué con la frase de Cocteau: "Soy de la raza de los acusados". ¿No ha leído usted a Jean Cocteau? Luego le dejo unos libros.
Desde el principio, por tanto, yo fui un proscrito, yo fui un expósito.
No me pregunte por mi padre. No sé quién es mi padre. Nunca lo supe. Probablemente un señor casado que preñó a mi madre una noche de septiembre.
Dicen que nadie puede tener recuerdos de antes de los dos años y medio o tres. Pues bien, yo le aseguro que mi primer recuerdo es de cuando cumplí un año. Abandonado en aquella casa desconocida, mi primer recuerdo es un llanto largo, negro, desgarrador, mientras oía cómo se alejaba la sombra de mi abuela.
¿No cree ya que todo eso explica este frío perenne, indoblegable, desconcertante?
Lo mío es un frío ontológico.
Por eso a mí no me vale que definan el frío como el cuerpo que tiene una temperatura muy inferior a la ordinaria del ambiente. El frío es una luna cancerígena, el frío es la húmeda raíz de un árbol enfermo.
Dicen que la Nebulosa Boomerang es el sitio más frío que se conoce en el universo con una temperatura estimada de −272.15 °C, pero yo le aseguro, joven, que el lugar más frío de todos cuantos existen está en el raigón de mi alma.

4 comentarios:

  1. Muy desgarrador el frío que siente Francisco Umbral! Supongo que esto lo has escrito a través de preguntarte quien era el de tu foto no?
    Jajajaja tu nunca te cansas!

    Un Saludo que pases una buena semana santa ;D Y no te canses mucho de ir detrás del paso jajajaja
    Ojala pudiera ser mayor para perderme en semana santa! Yo me escondía en cualquier sitio, que no existiera la semana santa. Buaf que me gusta soñar!

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  2. Ya eres mayor, Lucía. Y hay millones de sitios para esconderse, por ejemplo, la taberna de Picalagartos.
    ¿Cómo llevas Luces de bohemia?

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  3. Te pueden ir dando mucho por rasca, jaaa, jaaa, esta lengua nuestra no deja de sorprenderme.

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  4. Pues bien, lo terminé el jueves. Y no se, me parece un libro precioso. No se la historia de Máximo Estrella, tan dolorosa, tan real.
    Y el pobre se iba consumiendo poco a poco.
    Pero una cosa que no entiendo muy bien, si el amigo le robó y engañó, ¿por que al final de la obra el amigo aparece tan afectado por la muerte de Max? Yo tengo una teoría, que la miseria y la pobreza que había entonces es lo que hizo que le quitara el cupón de la lotería ¿no?
    Bueno ya me contarás.

    Yo lo tengo claro, algún día escaparé de esta fiesta tan hipócrita.

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