domingo, 20 de noviembre de 2011

Carne de perro y agua de la mar salada

  Es como si el destino de nuestra pobre madre patria ya estuviera escrito en un romance del siglo XIV. Delgadina, que ha rechazado ser la amada de su propio padre, es confinada en una sala, comiendo solo carne de perro y a beber agua salada. 
  Viendo el panorama político y económico actual, parece que eso es lo que nos espera: carne de perro y agua de la mar salada. 
  Pero hay una diferencia. Delgadina sufre porque se rebela ante el poder caprichoso de su padre, que quiere beneficiársela. España sufre a pesar de la sumisión de los politicastros que nos desgobiernan ante el poder omnímodo y caprichoso de eso que llaman mercados. Esos mercados que están siempre dándonos por rasca.
  Quiero decir que Delgadina se muere de hambre y sobre todo de sed, pero tiene las posaderas intactas; España está engalgueciendo a base de recortes y más recortes, muriéndose de sed y de hambre, y tiene encima el nalgueo enrojecido.
  Hoy dicen que hay elecciones generales. Y, visto lo visto, habrá también para los fachoides erecciones generales. 
De todas las versiones que siempre existen de un romance, la que sigue es la que más me gusta:


Rey moro tiene tres hijas,
todas tres como la plata.
La más chiquitita de ellas
Delgadina se llamaba.
Un día estando a la mesa
su padre la remiraba.
-¿Qué me remira usted, padre?
-Hija, no te veo nada,
yo lo que quiero es que seas
tú la mi serica amada.
-No lo permita Dios Padre
ni la Virgen Soberana,
que en vida de la mi madre
sea tu serica mala.
-Pronto, pronto, mis criados,
encerradla en una sala:
si pidiera de comer,
carne de perro salada,
si pidiera de beber,
agua de la mar salada,
si pidiera de almohada,
el poyete de la ventana.
Ya se asoma Delgadina
y asomóse a una ventana.
Con lágrima de sus ojos
toda la sala regaba.
Viera pasar a su hermana
jugando juegos de damas.
-Hermana, si eres mi hermana,
dame una poquita de agua
que de sed y non de hambre
salir se me quiere el alma.
-Entrate, perra cochina,
entrate, perra marrana,
que no quisites hacer
lo que el rey, mi padre, manda.
-Hermano, si eres mi hermano,
dame una poquita de agua
que de sed y non de hambre
salir se me quiere el alma.
-Entrate, perra cochina,
entrate, perra marrana,
que no quisites hacer
lo que el rey, mi padre, manda.
Ya se entraba Delgadina
y asomóse a otra ventana.
Con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Viera pasar a su madre
-Madre, si eres mi madre,
dame una poquita de agua
que de sed y non de hambre
salir se me quiere el alma.
-Si el rey, tu padre, se entera
el cuchillo a la mesa
la cabeza nos cortaba.
Ya se asoma Delgadina
y vio a su padre que pasaba.
-Padre, si eres mi padre,
dame una poquita de agua
que de sed y non de hambre
salir se me quiere el alma.
Pronto, pronto, mis criados,
id y traedle el agua.
Ellos en estas palabras,
Delgadina el alma entregara.


Y por aquí una curiosa versión rapeada del romance:


http://www.youtube.com/watch?v=zlrGVSbs4Og


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